¿Qué es peor?, ¿La ignorancia o la indiferencia?

Ni lo sé ni me importa

sábado, 9 de enero de 2010

Zapatero y el brujo alemán

A veces, cuando la credibilidad decrece, hay que asumir que todo lo que se diga puede ser utilizado en contra de uno mismo, o de su país, y sin necesdidad de que te lo diga un poli cuando te detiene.
Ese problema tuvo, según cuentan, un burgomaestre alemán allá por los tiempos de los cuentos, cuando se contrataban flautistas para echar a las ratas de la ciudad o las carrozas se convertían en calabazas por obra y gracia de un hechizo y no de la inflación, como ahora.
El caso es que al pobre burgomaestre, o alcalde que diríamos aquí, le cogieron manía los brujos de supueblo y le echaron una maldición por la que cada vez que decía algo le salía por la boca sapos, culebras y escorpiones. Y por cada palabra que pronunciaba salía un sapo de su boca, y ´por cada promesa una serpiente y por cada maldición una araña.
Desesperado por semejante situación, el burgomaestre lo intentó todo para librarse de ella. Visitó a los sabio de Oriente arriesgándose a un peligroso viaje, ascendió a las montañas en busca de los santuarios dond epodrían curarlo, descendió a los valles más profundos y se gastó su fortuna en toda clase de conjuros y brebajes que eliminasen la maldición.

Lo intentó todo, menos callarse.

Lástima.

A ver si nuestro presidente se da cuenta y espabila un poco.