Me ha encantado esa nueva costumbre de contratar magos y brujos para que se lesionen las estrellas futboleras de unos u otros equipos.
Si en los estadios, además de las hordas bárbaras empezamos a meter también a los chamanes, tendremos por fin, y de una santa vez, a todo el helenco de la Edad Media, o los tiempos oscuros, encerrados en un recinto.
Sólo falta el día en que, para celebrar un gol d epenalti, o parar prostestar por el descenso de su equipo, se despelote el público en pleno y se organice la mayor bacanl de todos los siglos conociodos y los milenios venideros.
Entonces a lo mejor me apunto. Entre tanto, que les vayan dando.
¿Qué es peor?, ¿La ignorancia o la indiferencia?
Ni lo sé ni me importa
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