¿Qué es peor?, ¿La ignorancia o la indiferencia?

Ni lo sé ni me importa

lunes, 14 de octubre de 2013

Naciones, estados y paisitos

El mundo dividido en países de 10 millones de habitantes.
Fuente: http://www.cookingideas.es/equi-mapamundi-20130918.html
Aunque pueda parecerlo por el título, no me voy a sumar a las peleas constantes sobre los nacionalismos, las autodeterminaciones y todas esas gaitas con que nos ocupan el tiempo, convirtiéndonos en forofos en lugar de en ciudadanos. Porque la diferencia entre el ciudadano y el forofo da para escribir una tesis doctoral en ocho tomos y no estoy por la labor.

Lo que veo, y eso solamente quiero constatar, es que últimamente los grandes imperios, y muy particularmente el americano, parecen apoyar cualquier movimiento que lleve a la desmembración de un país, y nunca a movimientos que lleven a unirlos. El caso más claro fue Yugoslavia, cuando todo el mundo apoyó que se formara un redil de paisitos, y cuando se bombardeó a Serbia con el pretexto de Kosovo, pero con la única razón de que no quedara ningún poder aglutinante. Y podemos seguir hablando de Irak, Siria, Libia....

Y repito: no hablo de derechos, de colectivos, de identidades, de tribus, idiomas ni genes: como buen filisteo me paso todo eso por el forro y voy a las cosas prácticas, a la chicha.

Y resulta que una nación es más jodida de dominar que un Estado, y un estado es más complicado de doblegar que un paisito.

Resulta que los que mandan han descubierto, leyendo viejos libros, que los países pequeños hacen lo que les mandan mientras que los grandes tienen opiniones propias.

Resulta que los países grandes pueden negociar mejores contratos, organizar boicots contra productos y hacer daño a las multinacionales, mientras que los paisitos son más pequeños que esas multinacionales y pueden ser engullidos por ellas.

Resulta que  los Estados y las naciones pueden incluso, los muy cabrones, promover normativas que limiten el uso de unos u otros compuestos, que obliguen a etiquetar los transgénicos o vete a saber qué cabronadas, mientras que los paisitos hablan, se les aplaude, y se les olvida.

Resulta, en suma, que los países grandes y los Estados tienen peso y compiten, se resisten a los que se les impone y dan la lata. Y cuando los atacas, se defienden. Mientras que los paisitos lloran y rabian, pero se aguantan y se joden.

¿Cuales creéis que convienen más a los que mandan?

Yo lo tengo claro.


jueves, 3 de octubre de 2013

Artur Mas, Obama y Merkl

El problema que tiene el Presidente de la Generalitat no es que los dirigentes mundiales se opongan a la independencia de Cataluña. Quizás, con el tiempo, podrían incluso estar a favor.

Quizás, con el tiempo, podrían incluso apoyarle, una vez que se hubiesen leído los informes de sus respectivos departamentos de finanzas y geoestrategia en los que se hablara de las bondades para la estabilidad mundial y europea de un nuevo país mediterráneo, aunque en la mente de esa gente las palabras país nuevo, Mediterráneo y estabilidad no armonicen demasiado.

El peor problema con el que se encuentra el señor Mas, y por eso está perdiendo el culo estos días con manuales escritos para foros internacionales, es que sus aspiraciones le importan a todo el mundo un carajo. Su problema es que no le reciben, y cuando le reciben le nombran de interlocutor al presidente de Pomerania (verídico), porque es el que tiene el turno del protocolo entre los länder alemanes o tiene que hablar en los EEUU con no sé qué senador por Missouri que le recibe con un abrazo y le regala una bandera confederada cuando se marcha. Para darle ánimos y tal.

El problema de Artur más en los foros internacionales es que a todo el mundo le da mucha pereza escucharle. Porque si se le toma en serio, se le recibe y se valoran sus propuestas, se espera una fila de alcaldes de pueblo que dé la vuelta a dos calles, y todos con la misma idea de que ellos son distintos, son especiales, y están sojuzgados por no sé quién.

Y los dirigentes mundiales, los que de veras cortan el bacalao, se imaginan esa fila, se imaginan el griterío, las broncas, los llantos victimistas, los censos de agravios viejos, y se mueren de aburrimiento de sólo pensar en ello. Los dirigentes mundiales se imaginan asistiendo a tomas de posesión, asistiendo a conferencias de paz, a Tratados, a vetos, a reediciones y reaperturas de asuntos ya cerrados, y dan al demonio los libros, los manuales y los razonamientos del señor Mas.

Y no porque no tenga razón, sino porque no saben quién es ese tipo, ni tampoco les importa gran cosa. Lo que temen es que sea el primero de una cola interminable que convierta su mandato en un circo de tres pistas o, aún peor, en una guardería de paletos.

El problema de Artur más es ese fundamentalmente. Si consigue superarlo, puede que lo demás le venga rodado...