¿Qué es peor?, ¿La ignorancia o la indiferencia?

Ni lo sé ni me importa

miércoles, 30 de julio de 2014

La experiencia es sólo un multiplicador, no una garantía

Cansado ya de escuchar que la experiencia es un grado, planteo la gran pregunta: ¿un grado en qué?

Es cierto que con el paso de los años la gente va atenuando sus impulso y que se vuelve menos impulsiva, pero eso significa también que se vuelve menos activa y más adicta a las cosas que le funcionaron, aunque fuesen enormes gilipolleces o aunque fuesen productos de su tiempo, caducados ya.

Al final, resulta que la experiencia es un multiplicador, y al que era sensato lo vuelve más sensato, pero al que era un gilipollas, lo vuelve un enorme y descomunal gilipollas, convencido de que sus soluciones obsoletas van a ser la solución en cualquier tiempo y lugar. Y además lo hace con ínfulas, diciendo cosas como "deja al que sabe" o "cuando tengas mis años...". Y no. Dejo al que sabe, cuando sabe, pero cumplir años no añade conocimientos técnicos ni buen juicio. Pensar tal cosa es pensar como los espiritistas, que preguntan a los muertos cosas que esos mismos tipos nunca hubiesen sabido de vivos.

¿A qué ha dedicado usted todos estos años que tiene? A poner ladrillos., Pues bien: de poner ladrillos tiene que saber unas cuantas cosas, peor no venga a hablarme de economía. ¿Se ha preocupado de tener un pensamiento crítico y propio? No. Pues entonces sus muchos años son una simple acumulación de resíduos tóxicos, como los metales pesados que se acumulan en los peces grande y es usted más tóxico por ser más viejo.

Debemos respetar a los viejos por supervivientes, peor no por inteligentes., Creer que la supervivencia procede necesariamente de la sensatez, del buen juicio y de la inteligencia, significa no haber entendido nada de la teoría del caos, que al fin y al cabo es la que verdaderamente rige el mundo.

jueves, 17 de julio de 2014

Cataluña y la negociación. Difícil el qué, más difícil con quién

Los que nos empeñamos en tomarnos este tema con cordura nos acabamos llevando al final todas las leches, pero como no espabilo, voy a insistir, a ver si a alguien se le pega un poco de sensatez y dejamos de escuchar por ahí soflamas de uno y otro signo.

Por más que a muchos les guste olvidarlo, por aquello de quedar bien si hacer realmente nada, el verbo negociar es transitivo. Hay que negociar algo.

La hipotética negociación ha nacido viciada desde un principio, pues el planteamiento no es flexible. Y me explico: cuando alguien te pide cinco, le ofreces tres, y al final se acaba llegando a un acuerdo en tres y medio, cuatro o cuatro y medio. Todo en orden. Es lo que se ha hecho desde tiempos de Altamira.

Pero resulta que lo que se pide no es negociable, en el sentido de que no es graduable. El referéndum famoso es SI o NO, y faltan puntos intermedios. ¿Se convoca media consulta?, ¿dos tercios? ¿cinco séptimos?

Así las cosas, entre los que dicen que la negociación pasa porque hay consulta (por sus cojones) y los que dicen que no hay consulta (por sus cojones), no hay modo de encontrar un camino de negociación. ¿Qué demonios se puede negociar en esos términos, sin que sea un trágala para una de las partes? ¿Qué solución consensuada puede existir partiendo de esas premisas?

Ahora hablemos de incentivos. ¿Qué incentivos puede tener el nacionalismo catalán para negociar nada, sabiendo que cualquier cesión los colocará ante los suyos con la cabeza en la guillotina? ¿Y qué incentivos puede tener el PP, o un tipo como Rajoy, para ceder nada a los catalanes, sabiendo que eso destruirá el partido y a su gobierno para décadas?

Si se piensa fríamente, el independentismo catalán es lo que único que puede salvarle el trasero a Rajoy en la actual situación, y por eso es posible que sienta la tentación de reservar esa carta para el final. Si a finales de este año, o a primeros de 2015, tres meses antes de las elecciones, Rajoy le mete un palo olímpico a Cataluña, en buena parte de España le van a aplaudir con las orejas. No entro en si eso nos gusta o no, pero nadie duda que es así.. Y esa es la carta que se guarda para última hora, antes de estrellarse.

Y ahora, para colmo, nos queda el con quién.

¿Realmente alguien cree que Rajoy puede llegar a algún tipo de acuerdo con Artur Mas, un tipo que huele a cadáver político y que será sustituido dentro de nada por un representante de ERC? ¿Qué probabilidad hay de que ERC respete a postertiori cualquier acuerdo tibio que se haya pactado con Artur Mas?

¿Y si lo miramos del lado contrario? ¿Cómo pueden pactar nada en absoluto los catalanistas con un tipo como Rajoy, al que le queda un año y pico y que lo tendrá crudo como un chuletón de toro para repetir mandato en las condiciones actuales?

Siendo lógicos, el problema es feo: sabemos qué es lo que se puede negociar, ni sabemos con quién. Así las cosas, ¿qué tiene de extraño que hasta los más moderados se enroquen?

miércoles, 16 de julio de 2014

La absurda distinción de personas y territorios

Unas veces por puñetera envidia y otras por sentido de la justicia (sin que sea posible diferenciar claramente a los que siguen una razón o la otra) el caso es que casi nadie se opone a la idea de que pague más impuestos quién más tiene, y no sólo de manera proporcional, sino de modo progresivo. La idea tuvo tanto éxito que hasta arraigó en la constitución.

Si ganas 10, pagas el 10% que es uno. Si ganas 100, no sólo pagas el 10% que sería diez (diez veces más) sino que pagas el 30%, que es treinta, o sea treinta veces más. Hay quien sigue discutiendo este sistema, por considerarlo abusivo, peor en general se ha establecido en todos los paises desarrollados y la discusión política gira a menudo en torno al alcance de esta progresividad y hasta se han postulado un montón de razonamientos para justificar el procedimiento.

Vale. Genial. 

¿Pero qué pasa cuando ya no hablamos de personas, sino de territorios? Que todos los aprtidarios de este sistema cambian de pronto de opinión. Cuando hablamos de territorios, los territorios más ricos nbo quieren poner un duro para el desarrollo de los menos favorecidos. Cuando se habla de solidaridad interterritorial se llega a hablar de expolio, de atraco, de que España nos roba, de que los andaluces nos roban, de que si fuésemos independientes no tendríamos que pagar esto o aquello, que es más de lo que recibimos.

Pero bueno, carajo, ¿dónde están ahora todos los razonamientos por los que tiene que pagar más el que más gana?  ¿Qué ha pasado con todas esas ideas y esos argumentos económicos que dicen que el beneficio procede un mayor uso de los recursos comunes, o del mercado, o de la seguridad jurídica?

Si los territorios tienen que quedarse cada cual con lo suyo y lo contrario es expolio y causa de secesión, ¿por qué no las personas? ¿o es que enferman más los ricos? ¿o es que los ricos tienen que llevar más hijos a la escuelas? No. Tiene que pagar más porque ese es nuestro sistema fiscal de repato de cargas, y en eso estamos.

Lo que me parece a mí es que por aquí hay mucho jeta suelto que entiende las cosas cuando quiere. Y si en el IRPF le toca pagar más al vecino lo aplaude, pero si le toca pagar a él, al pueblo en el que vive o a la comunidad a la que pertenece, entonces le jode. 

Y es sólo eso, aunque lo pintemos de malva.