¿Qué es peor?, ¿La ignorancia o la indiferencia?

Ni lo sé ni me importa

jueves, 3 de octubre de 2013

Artur Mas, Obama y Merkl

El problema que tiene el Presidente de la Generalitat no es que los dirigentes mundiales se opongan a la independencia de Cataluña. Quizás, con el tiempo, podrían incluso estar a favor.

Quizás, con el tiempo, podrían incluso apoyarle, una vez que se hubiesen leído los informes de sus respectivos departamentos de finanzas y geoestrategia en los que se hablara de las bondades para la estabilidad mundial y europea de un nuevo país mediterráneo, aunque en la mente de esa gente las palabras país nuevo, Mediterráneo y estabilidad no armonicen demasiado.

El peor problema con el que se encuentra el señor Mas, y por eso está perdiendo el culo estos días con manuales escritos para foros internacionales, es que sus aspiraciones le importan a todo el mundo un carajo. Su problema es que no le reciben, y cuando le reciben le nombran de interlocutor al presidente de Pomerania (verídico), porque es el que tiene el turno del protocolo entre los länder alemanes o tiene que hablar en los EEUU con no sé qué senador por Missouri que le recibe con un abrazo y le regala una bandera confederada cuando se marcha. Para darle ánimos y tal.

El problema de Artur más en los foros internacionales es que a todo el mundo le da mucha pereza escucharle. Porque si se le toma en serio, se le recibe y se valoran sus propuestas, se espera una fila de alcaldes de pueblo que dé la vuelta a dos calles, y todos con la misma idea de que ellos son distintos, son especiales, y están sojuzgados por no sé quién.

Y los dirigentes mundiales, los que de veras cortan el bacalao, se imaginan esa fila, se imaginan el griterío, las broncas, los llantos victimistas, los censos de agravios viejos, y se mueren de aburrimiento de sólo pensar en ello. Los dirigentes mundiales se imaginan asistiendo a tomas de posesión, asistiendo a conferencias de paz, a Tratados, a vetos, a reediciones y reaperturas de asuntos ya cerrados, y dan al demonio los libros, los manuales y los razonamientos del señor Mas.

Y no porque no tenga razón, sino porque no saben quién es ese tipo, ni tampoco les importa gran cosa. Lo que temen es que sea el primero de una cola interminable que convierta su mandato en un circo de tres pistas o, aún peor, en una guardería de paletos.

El problema de Artur más es ese fundamentalmente. Si consigue superarlo, puede que lo demás le venga rodado...

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