¿Qué es peor?, ¿La ignorancia o la indiferencia?

Ni lo sé ni me importa

jueves, 26 de diciembre de 2013

¿Y si resulta que Merkl apoya a Artur Mas?

Andan los de la Generalitat como locos por ahí buscando socios internacionales para que apoyen la botadura de su tierra como nuevo Estado, pero me parece a mí que no han sabido buscar los compañeros de viaje adecuados.

Israel no es precisamente un buen amigo para estas cosas, porque si a los palestinos les da por votar un Estado propio vamos a tener un problema, y de los gordos. 

La India, otro de los destinos de Artur Mas, tampoco parece muy buena idea, después de que la secesión de Pakistán, por razones de descolonización (entre otras) trajera guerras y enfrentamientos de todos los colores.

¿Y entonces dónde probar suerte? 

¿Estados Unidos? Por allí la palabra secesión no suena muy "friendly" y se vincula a supremacistas blancos que van de cofrades semanasanteros todo el año, con cruces ardiendo y esas cosas. Mal rollo,

¿Gran Bretaña? Vale, podría ser en otro momento, porque por joder a España pagan lo que sea, pero no está el horno para bollos con lo suyo de Escocia. Mal momento. 

¿Francia? No cuela. El país más centralista y jacobino de Europa no puede ir por ahí diciendo que aprueba estas cosas al lado de su frontera, cuando tiene a bretones, vascofranceses y corsos esperando la ocasión. No va a colar.

¿Italia? Difícil asunto, con sus jaleos de Liga Norte y demás. Y encima, ¿con qué cara te quedas si te apoya Berlusconi, por ejemplo? La cagaste. Mejor dejarlo.

¿Rusia? ¿Y si alguien pronuncia la palabra Chechenia, qué pasa? ¿Y si alguien pone un par de fotos de cómo quedó Grozni la última vez que alguien intentó algo parecido, dónde queda la credibilidad de Putin? No van a querer...

¿Y Polonia? No es una gran potencia, pero a lo mejor... Pero claro: si a Silesia y a Prusia Oriental les da por querer regresar a Alemania con un referéndum, se arma la del copón bendito... No se van a meter en ese berenjenal.

Pero los polacos, aunque no sean buenos socios, dan buenas ideas. ¿Y por qué no probar con Alemania?

Alemania podría apoyar a Artur Mas. Ellos no tienen nada que perder. También tienen nacionalistas, por supuesto, pero son de otra clase: en cuanto miras diez minutos para otra parte, en vez de disgregarse, se unifican. En su constitución, sin problema alguno, ponen que sus estados federales son repúblicas libres o cualquier chorrada que les ocurre, porque saben que no hay nadie que pueda plantear en serio una secesión.

Y además, está la opción de todo lo contrario: Si la lengua, la cultura y la historia se aceptan como razones para crear una nación, ¿por qué no tragarse a los austriacos?

Ahí está la opción de Mas y su Generalitat: Alemania, potencia importante que ya apoyó la secesión de Croacia (por razones similares), que no teme ninguna disgregación de los suyos y que podría aprovechar la propaganda nacionalista para sus propios fines a largo plazo.

Ese sí que puede ser un socio. Pero buena suerte para que lo reconozcan en voz alta...

viernes, 1 de noviembre de 2013

Qué bien que bajan los precios

Venga, repetid conmigo: El IPC ha bajado y eso hay que celebrarlo, porque en lugar de esperar nuevas subidas de precios podemos, por una vez, tener la esperanza de que el dinero nos dure un poco más.

La pregunta chunga es, ¿qué dinero? Y eso es lo que nadie se molesta en explicarnos, porque no sólo nos toman por gilipollas, sino que la mayor parte de las veces tienen razón.

No se trata de que vayamos a tener más dinero y más capacidad de gasto porque los precios hayan bajado, sino que los precios han bajado porque tenemos menos dinero y lo que hay en el almacén, o la habitación vacía del hotel, hay que venderla como sea. Y además, son perspectivas de empeorar, porque los precios también se bajan cuando lo esperado es que sigan bajando. ¿O es que alguien vende hoy más barato pensando que mañana podría vender más caro?

Decir que la cosa va mejor porque bajan los precios es decir que vamos a pasar menos hambre porque nos hemos muerto la mitad. En principio suena realista (aunque macabro) pero luego nos damos cuenta de que los que se murieron también producían algo, y entonces no salen las cuentas.

La deflación es la peor pesadilla en la que puede caer un país endeudado como el nuestro. La deflación es un agujero donde cada día se destruye más empleo, o se devalúan los salarios para poder seguir repartiendo el poco trabajo que queda. La famosa deflación interna no deja de ser un recurso comunista: que todo el mundo haga como que trabaja para que a final de mes hagan como que le pagan.

¿Y cómo funciona este asunto? Pues sencillo: si cada día que pasa bajan los precios de lo que vendes, te interesa vender lo que hay en el almacén, pero ni de broma piensas en comprar más, ni en invertir en la empresa, porque lo que obtengas no cubrirá los gastos. Una sociedad en deflación es una sociedad en liquidación, con doce meses al años de rebajas, vendiendo trapos del lustro anterior. Y lo nuevo, ni olerlo, por supuesto.

Los que celebran la deflación lo hacen seguramente porque tienen metido en el colchón un buen fajo de lo que sacaron hace años vendiendo licencias urbanísticas, recalificaciones o pisos. Los que celebran estas cosas es porque están al margen de la sociedad, o viven de ella. Si no, no tienen nada que celebrar.

lunes, 14 de octubre de 2013

Naciones, estados y paisitos

El mundo dividido en países de 10 millones de habitantes.
Fuente: http://www.cookingideas.es/equi-mapamundi-20130918.html
Aunque pueda parecerlo por el título, no me voy a sumar a las peleas constantes sobre los nacionalismos, las autodeterminaciones y todas esas gaitas con que nos ocupan el tiempo, convirtiéndonos en forofos en lugar de en ciudadanos. Porque la diferencia entre el ciudadano y el forofo da para escribir una tesis doctoral en ocho tomos y no estoy por la labor.

Lo que veo, y eso solamente quiero constatar, es que últimamente los grandes imperios, y muy particularmente el americano, parecen apoyar cualquier movimiento que lleve a la desmembración de un país, y nunca a movimientos que lleven a unirlos. El caso más claro fue Yugoslavia, cuando todo el mundo apoyó que se formara un redil de paisitos, y cuando se bombardeó a Serbia con el pretexto de Kosovo, pero con la única razón de que no quedara ningún poder aglutinante. Y podemos seguir hablando de Irak, Siria, Libia....

Y repito: no hablo de derechos, de colectivos, de identidades, de tribus, idiomas ni genes: como buen filisteo me paso todo eso por el forro y voy a las cosas prácticas, a la chicha.

Y resulta que una nación es más jodida de dominar que un Estado, y un estado es más complicado de doblegar que un paisito.

Resulta que los que mandan han descubierto, leyendo viejos libros, que los países pequeños hacen lo que les mandan mientras que los grandes tienen opiniones propias.

Resulta que los países grandes pueden negociar mejores contratos, organizar boicots contra productos y hacer daño a las multinacionales, mientras que los paisitos son más pequeños que esas multinacionales y pueden ser engullidos por ellas.

Resulta que  los Estados y las naciones pueden incluso, los muy cabrones, promover normativas que limiten el uso de unos u otros compuestos, que obliguen a etiquetar los transgénicos o vete a saber qué cabronadas, mientras que los paisitos hablan, se les aplaude, y se les olvida.

Resulta, en suma, que los países grandes y los Estados tienen peso y compiten, se resisten a los que se les impone y dan la lata. Y cuando los atacas, se defienden. Mientras que los paisitos lloran y rabian, pero se aguantan y se joden.

¿Cuales creéis que convienen más a los que mandan?

Yo lo tengo claro.


jueves, 3 de octubre de 2013

Artur Mas, Obama y Merkl

El problema que tiene el Presidente de la Generalitat no es que los dirigentes mundiales se opongan a la independencia de Cataluña. Quizás, con el tiempo, podrían incluso estar a favor.

Quizás, con el tiempo, podrían incluso apoyarle, una vez que se hubiesen leído los informes de sus respectivos departamentos de finanzas y geoestrategia en los que se hablara de las bondades para la estabilidad mundial y europea de un nuevo país mediterráneo, aunque en la mente de esa gente las palabras país nuevo, Mediterráneo y estabilidad no armonicen demasiado.

El peor problema con el que se encuentra el señor Mas, y por eso está perdiendo el culo estos días con manuales escritos para foros internacionales, es que sus aspiraciones le importan a todo el mundo un carajo. Su problema es que no le reciben, y cuando le reciben le nombran de interlocutor al presidente de Pomerania (verídico), porque es el que tiene el turno del protocolo entre los länder alemanes o tiene que hablar en los EEUU con no sé qué senador por Missouri que le recibe con un abrazo y le regala una bandera confederada cuando se marcha. Para darle ánimos y tal.

El problema de Artur más en los foros internacionales es que a todo el mundo le da mucha pereza escucharle. Porque si se le toma en serio, se le recibe y se valoran sus propuestas, se espera una fila de alcaldes de pueblo que dé la vuelta a dos calles, y todos con la misma idea de que ellos son distintos, son especiales, y están sojuzgados por no sé quién.

Y los dirigentes mundiales, los que de veras cortan el bacalao, se imaginan esa fila, se imaginan el griterío, las broncas, los llantos victimistas, los censos de agravios viejos, y se mueren de aburrimiento de sólo pensar en ello. Los dirigentes mundiales se imaginan asistiendo a tomas de posesión, asistiendo a conferencias de paz, a Tratados, a vetos, a reediciones y reaperturas de asuntos ya cerrados, y dan al demonio los libros, los manuales y los razonamientos del señor Mas.

Y no porque no tenga razón, sino porque no saben quién es ese tipo, ni tampoco les importa gran cosa. Lo que temen es que sea el primero de una cola interminable que convierta su mandato en un circo de tres pistas o, aún peor, en una guardería de paletos.

El problema de Artur más es ese fundamentalmente. Si consigue superarlo, puede que lo demás le venga rodado...

lunes, 23 de septiembre de 2013

El capitalismo y el vino. Una reflexión parea acabar como cubas...

El gran bodeguero
In taberna quando sumus, non curamos quid sit humus.

O lo que es lo mismo, cuando andamos de juerga no nos damos cuenta de lo jodidos que estamos.

Y este sistema en que vivimos es una juerga, un despelote, una borrachera constante de crecimiento, con más y mejores cacharros, más y más largas vidas, más y mejores posibilidades de viajar, comer caliente y vestirnos de colorines.

Siete mil millones de seres humanos que pueden vivir setenta años. ¿quién da más? Ya hay dos o tres manos alzadas en la subasta, las veo,. Siete mil quinientos. Ocho mil millones dentro de cinco años... Bien.

¿Y hasta dónde podremos hacer vino en el que seguir embriagándonos? Porque lo cierto es que no podemos agrandar la cuba.

La cuba es la Tierra.

¿Y sabéis lo que pasa con el vino? Os lo cuento des el principio, a ver si el asunto vinatero os trae alguna idea a la cabeza.

Se exprimen las uvas, o se pisan, o se prensan, y el mosto va a parar a la cuba. Se trata d un líquido dulce, con un porcentaje importante de azúcar. En ese mosto comienza a prosperar las levaduras. Las levaduras viven de comerse el azúcar y de cagar alcohol. Es una manera un poco bestia de decirlo, pero es así: las levaduras consumen azúcar y generan un producto de desecho, que es el alcohol. A medida que pasa el tiempo, las levaduras prosperan, crecen, se hacen dueñas y señoras de la cuba, se multiplican por diez, por cien, por mil....

Poco a poco  hay menos azúcar y más alcohol en la cuba, y llega un momento en el que el porcentaje de alcohol es tan grande que las levaduras mueren intoxicadas en su propia mierda, porque el alcohol es una sustancia tóxica.

Ahí es donde se detiene la fermentación y donde nosotros decimos que el vino está listo para madurar o para consumir como vino joven.

Pues bien: eso es lo que nos pasa a nosotros con esta cuba que es la Tierra. El azúcar es el carbono, en forma de petróleo, de gas natural o de carbón directamente. A medida que lo consumimos prosperamos, nos multiplicamos, nos hacemos los dueños de todo. El sistema capitalista se basa en promover esa expansión, en producir más y más cada vez para que no se detenga el crecimiento.

Pero el CO2, que es el producto de deshecho, crece, hay cada vez menos carbono y más sustancia tóxica a nuestro alrededor, hasta que en un momento, cuando sea, se detenga el proceso y estemos listos para que alguien nos madure en barricas o nos lleve a su mesa.

¿Quién nos beberá?

¿De qué cosecha seremos?

Yo quiero ser un Moriles. O un buen Toro, ¡qué carajo!