¿Qué es peor?, ¿La ignorancia o la indiferencia?

Ni lo sé ni me importa

lunes, 10 de febrero de 2014

Lo poco que nos gusta que nos mande el vecino

A veces creo que si pudiésemos resucitar a Franco, lo resucitaríamos, aunque fuese con fines científicos y bajo el pretexto de diseccionarlo. El pretexto sería lo de menos, pero estoy seguro de que alguien pondría en marcha el proyecto, alguien lo financiaría y alguien acabaría desviando fondos, vísceras, y hasta legislación del franquismo hacia los nuevos tiempos.

¿Y por qué digo eso? Porque acabo de leer que la confianza de los españoles en la justicia es de más del triple que en los políticos.

En principio suena normal. Lo lees y te quedas tan ancho. Los jueces parecen gente más o menos seria, mientras los políticos han demostrado ser una banda de crápulas a medio camino entre Gargamel y Toni Soprano, lo bastante necios para dejar constancia de sus tropelías en correos electrónicos y lo bastante obscenos como para cobrar catorce sueldos y decir que se los merecen.

Sin embargo, al arrimar la nariz a ese hecho de la triple confianza en los jueces que en los políticos, no se puede evitar una conclusión lógica: los españoles preferimos a la gente que no elegimos por encima de la que sí que elegimos.

Joder, qué duro...

Por que, a ver... ¿quién es un juez?

Los que yo conozco son tipos (y tipas) que estudiaron conmigo en la Universidad, sacaron un expediente bueno o del montón, y se encerraron luego media juventud parea sacar unas oposiciones guays. ¿Y de veras creéis que eso los hace imparciales? Venga, hombre, que pasaron un examen de derecho, no de ética, joer...

¿De veras creéis que una persona que se pasó la juventud metida en casa, o en una biblioteca, mientras los demás salíamos de fiesta, va a tener humor para ser ecuánime y bondadoso? No sé vosotros, pero de la gente que yo conozco, los que desperdiciaron su juventud, son siempre los más cabrones...

Lo que pasa es que preferimos a los jueces porque cuando sale uno malo no nos podemos echar la culpa a nosotros mismos. Lo que pasa es que, al final, lo que nos jode no es estar gobernados por los que elegimos nosotros, sino estar gobernados pro los que eligen los vecino.

Por eso preferimos que nos manden los que no ha elegido nadie. Para que le vecino no nos mande, ni siquiera de rebote. Y si resulta que a eso, qué mala suerte, es a lo que se llama democracia, pues que se joda también la democracia.

¿O no?


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