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jueves, 17 de julio de 2014

Cataluña y la negociación. Difícil el qué, más difícil con quién

Los que nos empeñamos en tomarnos este tema con cordura nos acabamos llevando al final todas las leches, pero como no espabilo, voy a insistir, a ver si a alguien se le pega un poco de sensatez y dejamos de escuchar por ahí soflamas de uno y otro signo.

Por más que a muchos les guste olvidarlo, por aquello de quedar bien si hacer realmente nada, el verbo negociar es transitivo. Hay que negociar algo.

La hipotética negociación ha nacido viciada desde un principio, pues el planteamiento no es flexible. Y me explico: cuando alguien te pide cinco, le ofreces tres, y al final se acaba llegando a un acuerdo en tres y medio, cuatro o cuatro y medio. Todo en orden. Es lo que se ha hecho desde tiempos de Altamira.

Pero resulta que lo que se pide no es negociable, en el sentido de que no es graduable. El referéndum famoso es SI o NO, y faltan puntos intermedios. ¿Se convoca media consulta?, ¿dos tercios? ¿cinco séptimos?

Así las cosas, entre los que dicen que la negociación pasa porque hay consulta (por sus cojones) y los que dicen que no hay consulta (por sus cojones), no hay modo de encontrar un camino de negociación. ¿Qué demonios se puede negociar en esos términos, sin que sea un trágala para una de las partes? ¿Qué solución consensuada puede existir partiendo de esas premisas?

Ahora hablemos de incentivos. ¿Qué incentivos puede tener el nacionalismo catalán para negociar nada, sabiendo que cualquier cesión los colocará ante los suyos con la cabeza en la guillotina? ¿Y qué incentivos puede tener el PP, o un tipo como Rajoy, para ceder nada a los catalanes, sabiendo que eso destruirá el partido y a su gobierno para décadas?

Si se piensa fríamente, el independentismo catalán es lo que único que puede salvarle el trasero a Rajoy en la actual situación, y por eso es posible que sienta la tentación de reservar esa carta para el final. Si a finales de este año, o a primeros de 2015, tres meses antes de las elecciones, Rajoy le mete un palo olímpico a Cataluña, en buena parte de España le van a aplaudir con las orejas. No entro en si eso nos gusta o no, pero nadie duda que es así.. Y esa es la carta que se guarda para última hora, antes de estrellarse.

Y ahora, para colmo, nos queda el con quién.

¿Realmente alguien cree que Rajoy puede llegar a algún tipo de acuerdo con Artur Mas, un tipo que huele a cadáver político y que será sustituido dentro de nada por un representante de ERC? ¿Qué probabilidad hay de que ERC respete a postertiori cualquier acuerdo tibio que se haya pactado con Artur Mas?

¿Y si lo miramos del lado contrario? ¿Cómo pueden pactar nada en absoluto los catalanistas con un tipo como Rajoy, al que le queda un año y pico y que lo tendrá crudo como un chuletón de toro para repetir mandato en las condiciones actuales?

Siendo lógicos, el problema es feo: sabemos qué es lo que se puede negociar, ni sabemos con quién. Así las cosas, ¿qué tiene de extraño que hasta los más moderados se enroquen?

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